enigmas del mundo natural

El mundo natural nos deleita con espléndidos paisajes, nos obsequia con espectáculos fascinantes, y a menudo también nos intriga con enigmáticos sucesos.

Enigmas del mundo natural indaga y explica los acontecimientos singulares y las curiosidades científicas de los seres vivos. Una atractiva colección de narraciones sorprendentes pero rigurosas, verídicas aunque inverosímiles. Relatos sugerentes vinculados con la fauna, la flora y la ecología, que nos revelan cómo la realidad siempre resulta mucho más insólita que la más elaborada ficción.

Ciencia y Naturaleza en estado puro.


El pájaro tramposo

Un Carricero adulto alimenta al pollo de Cuco instalado fraudulentamente en su nido  (Foto: Harald Olsen)
Un Carricero adulto alimenta al pollo de Cuco instalado fraudulentamente en su nido (Foto: Harald Olsen)

Tras el rudo y prolongado invierno, de modo pausado pero ostensible, el bosque comienza a recobrar los alegres colores de la vida. Hacia el mes de abril nuevas y brillantes hojas brotan sobre las desnudas ramas de robles, hayas y castaños. Numerosas aves migratorias, procedentes del cálido refugio invernal africano, regresan a los bosques de Europa. De la lustrosa maraña vegetal surge entonces una espléndida sinfonía musical, que flota en el aire como un jirón de niebla deslizándose en la atmósfera. De la cascada de armonías sonoras destacan las hermosas notas de un ave emblemática, el Cuco.

 

En el mundo de las aves uno de los comportamientos más sorprendentes es el denominado nidoparasitismo, que consiste en la costumbre de depositar los huevos propios en los nidos de otras especies, para que sean éstas quienes se ocupen de la difícil tarea de la crianza de los polluelos. Los forzosos padres adoptivos, engañados, atienden y alimentan al polluelo intruso. El ave que ha desarrollado el hábito del nidoparasitismo de un modo más extremo y perfeccionado es precisamente el protagonista de nuestro relato.

  Oculta en la fragosidad del bosque la hembra del Cuco espía los movimientos de las aves, tratando de hallar los indicios que revelan que una pareja está en pleno proceso de nidificación o crianza. Escruta la vegetación de manera esquiva y prudente, pues los pájaros a los que parasita intuyen el peligro que representa y si la descubren no dudan en atacarla. La presencia de una hembra de Cuco altera el habitual carácter tranquilo de las avecillas, y las transforma en animales nerviosos y agresivos.

 

Cuando la hembra de Cuco encuentra el nido idóneo lo vigila de forma permanente, esperando con encomiable paciencia que los dos progenitores se ausenten momentáneamente para cometer la fechoría. Se acerca y con una asombrosa rapidez, por regla general le basta con 10 ó 15 segundos, pone un huevo propio en el nido ajeno, y acto seguido retira con el pico uno de los huevos que ahí reposaba. Vuela hasta un lugar apartado, con el huevo todavía en el pico, y allí se desprende de él arrojándolo al suelo o bien se lo come. La habilidad y la velocidad del Cuco para sustituir un huevo por otro resulta prodigiosa; una maniobra que tiene la finalidad de que todo el escenario quede como si no hubiera sucedido nada, pues si los legítimos propietarios del nido, a su regreso, observan la presencia de un huevo de más detectarían el engaño y podrían desprenderse del huevo intruso.

  Mediante este curioso sistema de puesta cada hembra de Cuco, a partir del segundo año de vida, deposita entre 8 y 12 huevos en cada temporada de reproducción, que se extiende desde mayo hasta julio. Nunca pone más de un huevo en cada nido parasitado, por lo que debe repetir el complejo proceso de localización, vigilancia y sustitución tantas veces como huevos ponga. Una vez depositados todos los huevos la hembra se desentiende por completo de ellos; su futura descendencia será criada por unos padres involuntariamente adoptivos.

 

Pero el elaborado parasitismo reproductor del Cuco no finaliza con la puesta del huevo en el nido de otra especie. Su obra maestra culmina con la siniestra e insólita actuación del polluelo recién nacido, que se va a convertir en el actor principal de la historia natural más dramática de cuantas existen, y que es profusamente relatada en el artículo completo El pájaro tramposo del número 0 de la revista digital Historias Naturales.